Me asomo a la ventana, y a través del cristal veo, como ya han caído las primeras nevadas, en el Monte Naranco, paisaje blanco, puro y virginal, todavía sin las pisadas de unos niños que sobre su lomo querrán descender, usando para ello ese manto blanco, que los copos han conformado a modo de colchón para ellos. Para que jueguen contigo, Naturaleza.
Y mientras tú serás feliz, sabiendo que abandonaran sus tecnologías, sus inventos y que volverán a ti, a contaminar con sus grandes botas de goma, y mancharte de marrón, estropear ese puro paisaje, despojar a la nieve de su virginidad otra vez, como cada año cuando ella viene a besarte.
Y recuerdas, cuando eras el lecho de los amantes
que bajo los días de sol, buscaban tu frescor
Y recuerdas, cuando eras la plaza para los infantes
que sobre tu piso, corrían y jugaban, sabiéndose seguros
Y recuerdas, cuando eras el punto de reunión de estudiantes
que se postraban ante ti, y disfrutaban del día, sobre la hierba.
Pero todo terminó, y el paso del tiempo te arrebató lo que la eternidad te había regalado, de lo que tantos artistas escribieron, a ti que fuiste protagonista de los mejores lienzos, y que hoy te relegaron a ser un bucólico lugar, para soñadores anacrónicos, que te ven cada noche y que como yo te admiran desde la ventana, desde la lejanía.
Mientras te observo sonriendo, merecidamente, porque hoy, otra vez, te veo naturaleza llena de la risa de los infantes, la pasión desmedida de los amantes y como no, de las turbias discusiones de esos jóvenes estudiantes.
Y entonces al observarte así de feliz, puedo suspirar tranquilo, y sonreír alegremente como tú te lo mereces.