Las yemas de mis dedos se acercaron temblorosas hacia ella. El descenso se hizo eterno y mi siniestro corazón vivía con más fuerza que de costumbre, hasta que mis crestas papilares, rozaron la tersedad de su piel, y la suavidad que sentí apagaba el resto de mis sentidos. Por lo que sólo al cerrar los ojos conseguí clarificar aquello que palpaba.
Y mi gusto, mi oído, no eran más que sumisos y esclavos ante este nuevo placer, melodioso, armónico, irreemplazable, que al presionar despacio…. muy despacio, se hizo hondo, y por cada uno de mis dedos, llegó hasta mi alma. Mi corazón y mi mente, lo podían sentir, es sueño y… ¡aún así lo pude sentir!
Una acción instantánea que duraba una eternidad, entre memorias olvidadas y palabras perdidas que impregnan, en su caída, cada momento que he vivido, cada ayer que hubo, incluyendo el de mañana.
Y pienso que ahora lo comprendo todo que mi paleta de pintor perdió sus colores. Que la noche hizo gris y negra mi esperanza, mientras yo mastico su silencio entre mis fauces, y bebo de la gota que humedece la larga sombra de la soledad, conformando entre ambas un sentimiento que para mí carece de respuestas.
Son así mis manos un reloj de arena, donde se han ido filtrando los trocitos del tiempo, los pedazos de memorias y recuerdos, de sueños y de anhelos, y la imposibilidad de recrear lo que mi alma quiso.
La realidad cae sobre mi mente como una gota del rocío, que de mi trance me despierta. Así comprendo, que aquello que ya ha caído, ya lo he perdido, y que por aquello que ya ha caído, soy yo el que está perdido el que necesita una luz que le haga de guía, el que necesita…
UN poco de espera para leerte nuevamente, pero valió la pena esperar.
Como siempre tu relato lo encuentro maravillosamente bien escrito, y logras con el clima que has creado en tu narración, hacernos sentir al centro de la trama.
😉
Buff, hay mucho que expresar y tan poco tiempo para escribir que todo todo lo encuentro demasiado apretujado, gracias por seguir ahí 😉